miércoles, 29 de septiembre de 2010

De profundis

En el atasco de hoy, Señor, te aclamo,
en esta avenida ancha y ruidosa,
desde este abismo de humareda oscura.
¿Por qué, dime, los hombres se recluyen
en esas cajas de hojalata dura
y, tristemente, míranse lejanos
como sombras que ignoran su destino?
Cogido al volante, con mis manos húmedas
de sudor, cegado y sin mis gafas
de sol (¿dónde las puse?), melancólico,
oliendo a gasolina mal quemada
(suena el movil, ¿quién tiene la ocurrencia?),
te aclamo, Señor, desde este enjambre
de soledades juntas. No abandones
a este ejército de animales solitarios,
a este pobre hormiguero laborioso.
Llena de Luz la sombra del asfalto.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Innumerable y lenta

Innumerable y lenta es tu mano esta tarde;
y tu boca, honda y fresca como una gruta sin tiempo.
Arrulla el sol el deseo en esta hora quieta
cuando el sudor se ha fundido en las arduas caricias.
El calor encendiera más deseos ocultos,
otras distintas ansias que ignoraban los cuerpos
antes de esta tarde, en que tu mano lenta
e innumerable surge como de un mar silente.

Sé que detrás del negro muro
habita la luz y no la niebla,
habita la vida y no el olvido.
Y lo sé con la certeza
de quien espera y sabe
que ama lo que espera.