qué
avaricia de pájaros estólidos
tanto
morir para vivir apenas
envueltos
en plumajes funerarios
cuánto
silencio y trazo cuánta insidia
veneno
de luciérnagas silentes
que
destilan cal y tierra disecada
y
sudan pestilentes elixires
qué
cándida blancura de las letras
que
cuentan las palabras como dientes
y
ese fulgor de mármol retraído
gruta
y útero de estalactitas ciegas
cuánto
amor abonando los helechos.
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