martes, 15 de noviembre de 2011

El fin del mundo


Cuando el Sol se derrita y estalle el universo,

te cogerá el evento tomándote una horchata

en la puerta del Esquina, ese local famoso

donde las prostitutas esperan sus clientes desde hace décadas,

tan bello con su reclamo de neón rojo y sus veladores oxidados.

De nada te servirá, entonces, haber cambiado los neumáticos del coche

ni la revisión anual -tan fastidiosa- de la próstata.

¿Qué será -me pregunto- de esas chicas y sus escotes obscenos

y del camarero, cuyo hijo estudiaba ingeniería y alemán, en los veranos?

¿Qué será de este polígono y su alegre trajín de camioneros y chatarra?

¿Qué será de ti,

pobre proxeneta,

ahora que el mundo no existe?

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