Era tan largo el tiempo y
tan ancho el espacio,
era tan breve el beso y
tan hondo el olvido,
era tan imperfecto el roce
de los dedos,
la levedad del beso, la
humedad de los párpados,
era tan solo y triste el
universo mundo
con su saco de muertos
cargados a la espalda,
que el olor a simiente,
tan pronto evaporado,
nos regaló un momento de
calma en el naufragio.
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