martes, 9 de marzo de 2010

Teoría del conocimiento

Comprendo la fina cintura de la abeja
y el oscuro orgullo de los pelos de la axila.
Quiero saber la sombra de la arena,
la música que ocultan los guijarros,
las uñas de los muertos sin estatuas.
Puedo contar los números adúlteros
y medir el ángulo esquizoide
que sostienen las cúpulas masónicas.
Ilumino el silencio de los astros,
sencillo como un niño en su merienda.
(La clave está en la luz, en la armonía
de los átomos con ánima platónica).

¡Nada como vivir para ser sabio!

2 comentarios:

  1. Los números adúlteros, qué acierto.
    Y el verso final es redondo.
    Muchísimas gracias.

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  2. Querido Tomás: es un poema precioso y el título le va muy bien. Lo mejor del poema es, a mi gusto, lo imprevisible que es cada verso, que señala cada uno a una cosa dispar y sorprendente. Sería bueno que reunieras tus poemas en un libro y los dieras a leer a personas con criterio, porque te vengo siguiendo y hay algunos poemas estupendos. Un abrazo.

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