Si las palabras no tienen
sustancia
y son un vacuo sonido, vibraciones
del aire en mis aurículas
-como el ruido de este lápiz al caerse
o el zumbido de un abejorro inoportuno- ,
qué hago yo, pobre idiota,
dando vueltas a esta noria interminable
de los versos tontos y las rimas
que suenan a mala música de feria
-esa que gusta a los abuelos y espanta a las palomas.
Qué hago, digo, escribiendo para nadie,
despistado en este jardín de oídos que me ignoran,
con la incurable alegría del bruto,
Sísifo con zapatos nuevos.
y son un vacuo sonido, vibraciones
del aire en mis aurículas
-como el ruido de este lápiz al caerse
o el zumbido de un abejorro inoportuno- ,
qué hago yo, pobre idiota,
dando vueltas a esta noria interminable
de los versos tontos y las rimas
que suenan a mala música de feria
-esa que gusta a los abuelos y espanta a las palomas.
Qué hago, digo, escribiendo para nadie,
despistado en este jardín de oídos que me ignoran,
con la incurable alegría del bruto,
Sísifo con zapatos nuevos.
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