martes, 28 de julio de 2009

Una visita al centro de arte contemporáneo de Málaga

Diciembre 2007


Veo
la enorme pared blanca y, en el centro, un punto imperceptible,
un espacio vacío con hambre de materia,
la línea levísima que no quiere ser signo,
algún fragmento inútil y modesto de planeta adosado de cualquier
forma a la tela del lienzo,
un conato de forma -o de sombra de forma-, por ejemplo, una mancha,
marcos invisibles que dividen la nada geométricamente.

Veo al fondo, un ángel de silencio que cruza el estrellado
firmamento de pinceles rotos. Todos duermen
el aséptico sueño del vacío y no lo oyen.
Su vuelo exorciza colores y figuras
con un rito antiguo y despiadado.

Nada. Ni un átomo de sangre roja ni un pétalo reseco
y olvidado en las páginas de un libro -qué antigualla-.
Nada sirve para turbar el largo sueño de la fiera
ni siquiera para manchar la enorme pared y su costumbre
de incurable blancura.

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