La
vida es una terminable espera,
una
urticaria de insectos y amapolas.
Tanto
morir para que luego, apenas,
los
pájaros se acuerden de tu sombra.
Tanto
vivir para que, luego y siempre,
los
pájaros se posen en tus ramas,
por
los años de los años, sierpes;
por
los siglos de los siglos, nada.
Tanto
saber para que, luego, olvides
los
nombres y las plantas y la gente
y
se sequen los ríos de tus venas
y
se quiten las líneas de tu efigie.
y
se borren los surcos de tu frente.
Tanto
morir para que, luego, apenas.
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