domingo, 25 de diciembre de 2011

Leonardo

Cierta ironía que observo en tu cabeza erguida,

recién salida de la concha después del sueño,

es la lejanía con que el sabio mira a las hormigas,

la lentitud de quien sabe la muerte congelada.

Por todo alimento, una ración de insectos diminutos,

y un estrecho horizonte de orillas fangosas.

Entre el agua y la piedra transcurre tu existencia,

que envidio de entre todas las de los seres terráqueos.

Pienso: si la dicha existiese, esto sería,

oh estoico amigo, Diógenes acuático.


sábado, 17 de diciembre de 2011

El poema


El poema es un eco.

Una flor yuxtapuesta.

Un sonido de grutas sin liquen.

Una perla que oculta cadáveres.

Una herida en formol disecada.

El poema es un agua.

Produndez. Turbiedad. Cañerías

de sangre a presión y diástole.

Un tampón de saliva reseca.

Lengua y labio. Arena y desierto.

El poema es un fuego.

Mil cerillas o dedos palposos.

Combustión que se arde a sí misma.

Un calor gaseoso en la pelvis.

La bombilla que alumbra mi nada.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Soneto de la caricia interminable

Suaves curvas, colinas achatadas,

laderas donde el tacto rueda y place,

paralelos montículos, nevada

tez que en firmes ternezas se deshace.



No sé que admirar más; si el promontorio

de la carne abundante, o la ranura

que en medio dejan ambos abalorios,

estrecha y misteriosa, por lo oscura.


Oscura, pero clara. ¡Tiempo breve

y precioso el dedicado a la delicia

del palpamiento sabio y demorado!


¡Oh la mano golosa, que no puede

detener sus férvidas caricias

perdida en estos montes y estos prados!


martes, 15 de noviembre de 2011

El fin del mundo


Cuando el Sol se derrita y estalle el universo,

te cogerá el evento tomándote una horchata

en la puerta del Esquina, ese local famoso

donde las prostitutas esperan sus clientes desde hace décadas,

tan bello con su reclamo de neón rojo y sus veladores oxidados.

De nada te servirá, entonces, haber cambiado los neumáticos del coche

ni la revisión anual -tan fastidiosa- de la próstata.

¿Qué será -me pregunto- de esas chicas y sus escotes obscenos

y del camarero, cuyo hijo estudiaba ingeniería y alemán, en los veranos?

¿Qué será de este polígono y su alegre trajín de camioneros y chatarra?

¿Qué será de ti,

pobre proxeneta,

ahora que el mundo no existe?

lunes, 14 de noviembre de 2011

lunes, 7 de noviembre de 2011

miércoles, 12 de octubre de 2011

La emoción de España


Asisto en el día de la Hispanidad a un sencillo acto en una casa-cuartel de la Guardia Civil. La banda municipal, en su mayoría jóvenes y niños, entona los acordes de la Marcha Real, mientras se iza la bandera nacional en un ambiente de emoción y respeto. Hay un ambiente casi familiar; muchos niño y familias completas. Un detalle: “una” guardia civil, cuyo airoso pelo recogido no desentona para nada con el tricornio.

Los militares presentes asisten en posición de firmes, mientras que los civiles contemplamos y oimos con actitud de recogimiento. El acto tiene la sencillez de una fiesta de pueblo y, al tiempo, la solemnidad de una acto ritual. Se cierra, como es de rigor, con vivas a España, al Rey y a la Guardia Civil.

Pienso en la vida de estos hombres y en la de sus familias. Viven con modestia en una casa-cuartel que en nada se parece a una zona residencial. Hacen un trabajo duro y quizá no muy bien remunerado. Están sujetos a traslados y al duro trabajo de adaptarse a nuevos lugares. Y sin embargo, parece que en ellos recae, en parte, esta función de sostener la idea, la emoción de España, el respeto y la debida consideración a sus símbolos.

Estos hombres, tantos otros, cuando defienden la idea de España, no defienden privilengios ni prebendas propias. Más bien, se trazan un camino para el trabajo y el sacrificio. Comparo su situación con la de otros, de posición más privilegiada, a los que parece que no le importaría romper la baraja de una partida en la que a ellos no les va tan mal.

España no es un invento de reaccionarios ni una coartada de prepotentes. Por el contrario, creen en su realidad y confían en sus posibilidades miles, millones de gente sencilla, que se sitúa más allá de las argumentaciones, de las disquisiciones políticas, de los debates históricos.

España se condensa en ciertos signos que nos emocionan -la bandera, el himno, la Corona en lo que tiene de símbolo vivo- , signos que son, más que antiguallas arqueológicas o piezas de un museo nostálgico, luces que nos iluminan un futuro común. Es así de sencillo: en una casa-cuartel, celebrando el 12 de octubre, descubro que España, como casi todas las cosas humanas que importan, es una emoción.

Publicado el 12 de octubre de 2008

martes, 30 de agosto de 2011

A la Virgen de Flores, patrona de Álora




Señora de los surcos y la siembra,
del limón dorado y de la espiga,
libélula y pájaro, molienda
que cada año transforma la semilla.

Señora del tomillo y del romero,
humilde jaramago, lentitud
del trigo y de la hormiga, paz, sendero
que conduce sin pérdida a la luz.

Celeste y vegetal, tanta alborada
renacida en ángeles y humanos,
mana rumor de abejas. Tanta vida,

tanta belleza cabe en tu mirada
que el inmenso milagro de tus manos
bálsamo es al dolor de nuestra herida.


lunes, 22 de agosto de 2011

Soneto del amor gaseoso

Perfume es el aroma de tu aliento
a mi pobre nariz enamorada.
Mi pituitaria golosa y exaltada
con tus gases y efluvios alimento,

así como alimento de compactos
volúmenes mis manos. Vale todo:
líquido o cuerpo o gas. De cualquier modo
pasa el amor de la potencia al acto.

Todo vapor que expeles, todo cuanto
volátilmente emanas es estupendo,
oh mi amor gaseoso y altanero.

Todo lo que tú exhalas tiene encanto.
(Hasta el vaho que sale con estruendo
y recato del púdico agujero.)


domingo, 14 de agosto de 2011

La juventud de la Iglesia


Ya hace algunos años sobrepasamos este redondo y simbólico 2000 y la Iglesia cumple 20 siglos de existencia y algo más. Esta edad es un breve lapso de tiempo si se compara con los grandes ciclos geológicos y cósmicos, pero es un periodo importante visto desde la perspectiva de la historia humana. Piénsese que en apenas 200 años -desde la Revolución Industrial hasta hoy- el mundo ha sufrido un profundo cambio y que, en medio siglo -por dar una cifra redonda- el desarrollo de las nuevas tecnologías -sobre todo las de la información y comunicación- han producido unas mutaciones impensables para nuestros abuelos. En estos 2000 años ha cambiado la situación del hombre sobre la Tierra; y lo ha hecho con un movimiento que aumenta su aceleración y que, en los últimos tiempos, es prácticamente vertiginoso. Esta cifra, la edad provecta de la Iglesia, son, pues, una muy considerable edad desde el punto de vista histórico. En este lapso han desaparecido imperios que parecían invencibles -el de Roma, el español, el británico-; se ha levantado grandes sistemas ideológicos que parecían el coloso Leviatán y que han resultado ser gigantes con pies de barro. Estos 20 siglos de cristianismo han tenido más historia (en el sentido de cambio, de evolución) que todos los años anteriores del hombre sobre el planeta. Es una idea que han repetido poetas y filósofos hasta convertirla en tópico: el tiempo huye y todo cambia con él. Y, sin embargo, esta Iglesia con un cumpleaños tan abultado, muestra una admirable -y hasta extraña- continuidad histórica. Hay un hilo conductor que nunca se rompe, aunque se tensa y tuerce a veces hasta extremos insoportables. Desde aquel grupo de hombres asustados (“y estando los discípulos con las puertas cerradas por miedo a los judíos”, Jn. 20, 19) que reciben el mandato de extender el mensaje de Cristo por el mundo (“Id por el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”, Mc. 16, 15) y que se lanzan a esta labor (“ellos se fueron de allí a predicar por todas partes y confirmando su doctrina con milagros que la acompañaban”, Mc. 16, 20), desde este grupúsculo hasta la Iglesia actual en toda su vasta complejidad, sigue siendo sustancialmente la misma en su estructura, vocación y mensaje.

Y, sin embargo, este sentido de la continuidad que nadie puede negar (los que atacan a la Iglesia del siglo XXI por lo que hizo en la Edad Media, de hecho, están admitiendo una continuidad histórica que no se atribuye a ninguna otra institución) no conlleva el inmovilismo o la falta de adaptación a los distintos aires históricos. Por el contrario: nadie ha evolucionado como la Iglesia, ni ha sabido adaptar y asimilar los más distintos movimientos sociales y culturales (desde el humanismo renacentista hasta la filosofía aristotélica, desde la democracia liberal hasta la ciencia moderna) sin identificarse (“a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del César”), en última instancia, con ninguno de ellos. Hay religiones (el Judaísmo, sobre todo el Islam) que van inevitablemente unidas a formas de organización política y social. Estas religiones están hoy en la difícil encrucijada de convivir con una democracia que, necesariamente, plantea un estado laico. Mientras que el Catolicismo está en el estado laico en su propio elemento, a pesar de todos los roces que pueda -y deba- tener. De hecho, el estado laico y la democracia serían impensables sin la aportación filosófica y moral de la Iglesia y el liberalismo, desde sus orígenes, ha sido impulsado por hombres, en su mayoría, cristianos. La Iglesia, pues, ha sabido conjugar continuidad y evolución en este tiempo. Y lo más sorprendente, casi milagroso es que, después de este tiempo conserve su juventud, su pujanza.

La Iglesia es, en efecto, una joven institución. Lo es cuando muchas cosas en el mundo desarrollado presentan síntomas de cansancio y vejez: el envejecimiento de la población, la crisis de la familia que incide en la crisis de la educación, el miedo al dolor y la muerte (que se convierte en un gran tabú), el hedonismo que tantas veces conduce al vértigo del vacío y a las drogas. No deja de ser curioso que en una situación de bienestar material sin precedentes, se presente esa inseguridad hacia el futuro, esa sensación de estar al final de algo (recuérdese la polémica, ya un poco antigua, sobre “el final de la historia”) y no saber por dónde comenzar en la nueva etapa.

La Iglesia está todavía en expansión en los países del llamado “tercer mundo”, como si aún estuviéramos en la edad de los descubrimientos geográficos. En los países del antiguo bloque soviético, ahora liberados de la opresión político-militar, se abre un campo inusitado a la libertad religiosa. Aunque no podemos olvidar que hoy, a comienzos del siglo XXI, sigue existiendo la persecución y represión religiosa, en países como China, en algunos países islámicos.

Otro síntoma de la juventud eclesial es la pujanza de los laicos, que cada vez son más activos en la vida de Iglesia. El Concilio Vaticano II impulsó definitivamente un movimiento que ya tenía fuerza. Contrasta con la crisis de las órdenes religiosas -la verdad es que cada vez más minoritarias- la proliferación de organizaciones laicales. La aportación de los jóvenes a este movimiento no es ninguna anécdota, sino un síntoma claro de una vitalidad que está lejos del agotamiento.

Así como la madurez es momento de consolidar lo ya adquirido y la vejez, época de recuerdo y balance, la juventud se caracteriza por su proyección hacia el futuro, la edad en que la vida es algo inacabado y lleno de posibilidades. Es un tópico identificar juventud con felicidad. Es, por el contrario, una edad conflictiva, insegura, compleja. En este sentido la Iglesia es joven: en que está llena de proyectos. Es cierto que le aguardan problemas cada vez más complejos: la cultura pierde sus tradicionales referencias religiosas; el masivo consumismo, la aceleración de la vida en todos los órdenes, el establecimiento de una dura competencia no son, precisamente, un buen caldo de cultivo para desarrollo espiritual. Pero no fueron menores los problemas que encaró en el pasado: persecuciones, contradicciones internas, Cisma de Occidente, Reforma Protestante, guerras de religión. La Iglesia no se enquista en su pasado -aunque sea una institución esencialmente tradicional- sino que se lanza al porvenir con riesgo y seguridad a un tiempo.


viernes, 12 de agosto de 2011

Donde haya un corazón

Donde haya un corazón, allí me hallo.
Donde el alma se abra a un amplio cielo
y un pie humano pise el polvo de la Tierra,
estoy, siendo un hombre entre los hombres.
Donde haya un corazón, su sangre corre
por mis venas abiertas y me sume
en el universal latido que a todos nos acoge.



miércoles, 10 de agosto de 2011

A una dama que agachóse a recoger su pañuelo

Dos cervatillos saltarines que pacen entre los lirios del campo
CANTAR DE LOS CANTARES

Agachóse una dama a recoger
un pañuelo caído. ¡Oh providencia
de las causas ocultas! Sin querer
alcanzaron mis ojos las turgencias

que, elevadas ha un momento, le caían
y, en dulce balanceo y armonioso
vaivén, firme mostraban bizarría
de cervatillos saltarines y gozosos.

Si Natura pudo hacer tan bien compuestas
colinas de oscuras perlas coronadas,
¿por qué, oh adversa fortuna sin consuelo,

tan brevemente a luz fueron expuestas
y a su claustro tornaron, recatadas,
cuando ella hubo cogido su pañuelo?

sábado, 6 de agosto de 2011

Soneto del amor líquido



Líquido es el amor, como un torrente

de orgánica materia bullidora.

Veneros de sudor surcan la frente

y refrescan el ascua abrasadora,


tanta luz como agua desprendiendo.

Secreciones, sudores, seminales

licuaciones de vida van surtiendo

de este pozo de ardores genitales.


El deseo navega en la saliva

del amante, que ardor y empapamiento

al amante que besa le contagia.


Y nada seca el manantial sino la ira,

que deja sed y sequedad y apagamiento,

del tiempo, que evapora tanta magia.


miércoles, 27 de julio de 2011

Los enemigos de Marx

Hace más de un siglo y medio se publicaba uno de los documentos más importantes e influyentes de la historia de la humanidad; uno de esos documento de los que todo el mundo habla pero casi nadie ha leído: el famoso Manifest der Kommuunisschen Partei (Manifiesto del Partido Comunista) publicado por Marx y Engels en 1848. Más de un siglo y medio después, las ideas de este breve texto (o la interpretación torcida de sus ideas) ha producido una transformación en el mundo sólo comparable a la que provocó el cristianismo. Se han dado las más diversas versiones sobre las dotes proféticas del Manifiesto. Hay algunos que todavía siguen viendo en Marx un referente esencial del pensamiento social; y piensan que su obra, a pesar de sus aplicaciones colectivas, es algo más que letra muerta. Así el alemán H. S. Enzensberger (artículo publicado en El País, 22/11/1998) piensa que, aunque en algunos puntos no acierta, el Manifiesto “analiza el mecanismo de crisis inherente a la economía capitalista con una exactitud sin parangón”. Es es: más que acertar en los remedios, Marx atina en el diagnóstico de las enfermedades del capitalismo. “La fuerza del marxismo -escribe este autor- reside en su implacable negatividad, en su criticismo radical del status quo”. Otros, en cambio, pensarán que Marx erró en lo fundamental: el desarrollo del capitalismo iría creando unas contradicciones y unas espantosas desigualdades que lo harían estallar, dando paso al socialismo. Ha ocurrido todo lo contario. En las sociedades de capitalismo avanzado se han ido limando desigualdades y creando una amplia capa social de clases medias, que son tan partidarias del comunismo como el gato del agua fría. Así, el sistema no ha sido posible, como Marx creía, en las sociedades de capitalismo avanzado, sino en comunidades atrasadas social y económicamente, que han visto en el anticapitalismo el remedio de todos sus males (China, algunos países africanos), o en países en los que simplemente se ha impuesto manu militari (las naciones del este europeo). En ninguna país desarrollado, que se sepa, ha habido una mayoría que opte por el comunismo, ni siquiera en sus versiones light (eurocomunismo de Carrillo, por ejemplo).

Hay, sin embargo, un punto, en el que Marx acertó plenamente y de una forma profética: en la lista de sus enemigos. Recordamos el magnífico y dramático comienzo del manifiesto: “Un fantasma recorre Europa el fantasma del comunismo. Todas las potencias de la vieja Europa se han unido en una santa alianza para acorralar a este fantasma: el papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales de Francia y los políticos de Alemania”.

Desde luego que Marx sabe bien escoger a sus enemigos y señalarlos con nombres y apellidos. El primero, el papa. La intuición del filósofo es magnífica. Él no podía prever que un sindicato de inspiración católica en Polonia, apoyado por un papa polaco, iba a ser la primera gran termita roedora que acabase con ese mueble ya apolillado del comunismo. Ni podía prever que en un mundo falto de referentes morales, la figura del papa polaco iba a alcanzar una talla gigantesca. Marx no podía saber nada de esto, pero intuía que su doctrina social era, ante todo, la negación (aunque algunos hayan creído lo contrario) del humanismo cristiano. Sus otros enemigos son: el zar, Metternich, Guizot. Esto es: la vieja Europa aristocrática y conservadora (el zar) que naufraga en parte (revolución francesa, disolución del Imperio autro-húngaro), pero que sigue latente y sin la cual no se explica gran parte de la cultura europea; el liberalismo burgúes (Guizot), el conservadurismo inteligente y dispuesto a adaptarse con tal de no peder sus esencias (Metternich). Da la coincidencia de estas ideas, unidas al Cristianismo, son la raíz de la civilización europea y, por extensión, occidental. Son las mismas fuerzas que, salvadas las distancias cronológicas, reconstruyen Europa desde sus ruinas después de la II Guerra Mundial. Los nombres de Guizot o Metternch pueden ser sustituidos por esas nuevas “potencias de la vieja Europa”: los Churchill, Adenauer, De Gasperi, Monet, De Gaulle, etc. Y dice Marx, en una frase de estupenda expresividad, que todas estas fuerzas malignas se han unido para “acorralar al fantasma”. Muchos años después, está claro que lo consiguieron.

Muchos ha llovido desde 1848, pero está claro que estas viejas fuerzas (cristianismo liberalismo, racionalismo, tradicionalismo, los fundamentos espirituales de Occidente), a pesar de serios problemas (por ejemplos la unidad monetaria), siguen constituyendo una fuente dinámica de posibilidades, mientras que el comunismo arrastra una irremediable vejez de siglos.

sábado, 23 de julio de 2011

Pemán: razones de un olvido



* Artículo publicado en el Diario de Cádiz el 7 de junio de 1996
Celebración de los actos de su centenario

¿Qué extrañas razones determinan la gloria o el olvido literario? ¿Qué motivos arcanos llevan a algunos autores al Olimpo de los elegidos , y a otros al limbo de los olvidados? Estas preguntas tienen difícil respuesta. Hay autores que resisten el paso de las generaciones de lectores y críticos y otros a los que arrolla el tiempo. En la literatura española del siglo XX hay algunos casos de olvidos escandalosos. Quizá el más sangrante sea el de Eugenio d’Ors. No existe -que yo sepa- una antología asequible de sus Glosas. Las obras de este pensador capital de nuestra cultura son hoy rarezas bibliográficas. Otro olvido injusto es el de Pemán. Aunque las razones de este abandono sean complejas, voy a aventurar tres, que pueden arrojar alguna luz sobre el problema.
a) La primera razón es ideológica. Los ideales católicos y monárquicos de Pemán no ayudan ciertamente a difusión de su obra. Este prejuicio no sólo es español, sino universal (mejor, occidental). Se le perdona a Neruda y Sartre su comunismo, pero no a Pound su nazismo. Se le da el Nóbel a García Márquez, reconocido entusiasta de la dictadura cubana, pero no al conservador Borges. Hay que reconocer que la izquierda tiene la primacía en el prestigio intelectual. Pemán, que nunca fue un claro franquista y, mucho menos, fascista, es otra víctima de este prejuicio.
b) La segunda causa reside en su misma obra. Pemán fue un escritor prolífico, quizá demasiado. Su obra es enorme en cantidad, enorme en diversidad y (¡ay¡) enorme en irregularidad. Una obra tan amplia tiene, necesariamente, valles y cimas. Como Lope de Vega, como Pla, como Azorín, Pemán es uno de esos magos que todo lo que toca lo convierte en literatura, que sabe moverse en los más distintos registros, géneros y temas. En el caso de Pemán, esta diversidad de registros va desde el tratado de doctrina política al teatro popular, desde la narrativa breve al discurso académico, desde el ensayo religioso al costumbrismo andaluz. No se le identifica (como a Cervantes o Defoe) con una obra maestra. Su extensión y heterogeneidad le perjudican casi tanto como su conservadurismo.
c) Y hay una tercera razón. Pemán no es clasificable en ninguno de los grupos canónicos que la crítica y la industria cultural han inventado: 98, Generación del 27, Novecentismo, novela de postguerra, etc. Estos esquemas se perpetúan en la enseñanza, en la universidad, en los medios de comunicación y publicación. Parece que los que quedan fuera de estos cotos son más propensos al olvido. ¿En que “capítulo”, en que “generación” de la literatura española situar a Pemán?

Sólo cabe esperar que el tiempo borre olvidos y prejuicios y vuelva las cosas a su lugar. El tiempo, decía Borges, escribe magníficas antologías.

lunes, 16 de mayo de 2011

Soneto del cansado

Sucede que me canso de ser hombre
Pablo Neruda


Cansado estoy de todo. Especialmente,
de ésta mi áspera vida misma estoy cansado;
de que el tiempo transcurra y alimente
el cúmulo de instantes ya pasados

y mengüe lo que resta de las horas;
cansado, del espacio en que respiro
mi agotado vahído, donde moran
estos miembros hambrientos de retiro.

Vida, tiempo y espacio: cuando suena

el reloj estridente, todo esto
me pesa como un fardo en la balanza.

Y, sin embargo, sin demora apenas,
la sábana abandono y pongo enhiestos
mi fatigado cuerpo y mi esperanza.


lunes, 9 de mayo de 2011

Juan Pablo II

El mundo arde en un largo incendio que ya dura un instante de la eternidad.

Crujidos de maderas carcomidas salen de esta vieja Babel vacía y ruidosa.

Selvas oscuras, caminos inciertos, palabras que pierden su sabor, disfraces de ruidos,

ídolos que asoman y desaparecen en un patético teatro de máscaras.

Todo aquí es confusa humareda que turba la razón.

Hay, sin embargo, una luz que hiere las tinieblas,

un trozo de tierra que no es arena movediza,

sino pétrea Roca donde posar los pies para siempre.

He aquí el antiguo misterio de la debilidad transformada en fortaleza.

He aquí la Roca,la vieja, milenaria, venerable Roca.

Algo de musgo la adorna, pues la huella del tiempo es imborrable;

pero fiel permanece a sus raíces, árbol antiguo abrazado a la tierra

como el abandonado se abraza a su último recuerdo.
Sitial de la Cúpula,

Columna central de la sublime arquitectura del Templo,

Timonel de la Barca en la tormenta.

Mano firme y temblorosa,

plenitud cubierta de arrugas, firmeza temblante.

Al peso de tanta mentira, la espalda doblada, pero nunca rota.

He aquí la Palabra sostenida en un viejo esqueleto achacoso.

He aquí la verdad encarnada en un hombre, otra vez:

la verdad que repite que al tiempo puede el afán,

que al error puede la Palabra,

que al vacío (que se mira a sí mismo en el interminable espejo roto de Narciso) puede el Amor.

La vida es un arduo ascender pedregoso, pero la victoria, como la muerte, es segura.

El hombre es un abismo (debilidad y fango) pero alza el vuelo un ángel de su seno.

19 marzo 2005,
en el año XXIV de su Pontifica

domingo, 8 de mayo de 2011

Democracia quisquillosa

Vistos los casos de Bin Laden y Bildu (poco parece que tienen en común) puede concluirse que nuestra democracia, comparada con la americana, no es mejor ni peor, sino más quisquillosa.

Obama



La progresía internacional soñaba con un Obama que fuese un negro americano, pero es -no podía ser menos- un americano negro.

sábado, 30 de abril de 2011

La arcadia en llamas


Congreso sobre la novela en la guerra cvil en Málaga.

Instituto Muncipal del libro, 4-6 de diciembre 2010.





http://www.diariosur.es/v/20101203/cultura/libros-guerra-civil-ciclo-20101203.html

El hombre que derribó el muro

Desierto









Ve que llego hasta ti y me escondo en tu sombra
y me pierdo en tus poros que abren grutas de seda.
Mira que nada existe más allá de tu límite,
que todo es espejismo y sed y alegoría,
que mil gotas de lluvia desparraman mi boca
y la saliva queda buscándote en la arena,
-musaraña de hilillos de finísimo riego-.
Reseco mundo ya, deseo que se ha ardido,

transustanciado en humo, en vapor de vacío.
Ve que llego hasta ti y me escondo en tu sombra,
en tu sangre oscurísima, en la arena callada.









Málaga Plaza del Obispo, 30 abril 2011, bajo la lluvia

lunes, 18 de abril de 2011

Meditación al entrar en un W.C. que llaman unisex y oír un chorrito que presiento femenino





Entréme un día a un mingitorio, en donde


(unisex se llama ahora, por mal nombre)


efebos y canéforas comparten


la evacuación de sus innobles partes.


Líquidos y sólidos y gases pestilentes


segrega aquí todo tipo de gente.


De varios sexos, edades y nación,


se igualan en la misma condición.


Sumido en este trance igualitario


(hay que ver lo que inspira un urinario)


abierta la rendija, callado y escondido,


me llega un sinfónico sonido


que, por su fuerza, eco y desatino,


supongo juvenil y femenino


no sé por qué. Líquido beso,


catarata que cae por su peso,


chorrito cantarino que sugiere


tras de sí delicias y placeres,


se mezcla en una cálida armonía


con el agua olorosa de lejía.


En este oculto y grato gineceo


tan dulce música y plácido goteo


numen es que me eleva hasta las nobles


esferas de músicas acordes.


Manadero de humedades escondidas,


hontanar oculto, gruta presentida,


si tal es la delicia del torrente,


¡cómo ha de ser el caño de la fuente!


miércoles, 2 de marzo de 2011

Tu paso por el mundo

Tu paso por el mundo, breve, ha de dejarte
la imagen de unos labios que ríen entreabiertos
o el eléctrico tacto de una piel erizada.

Y aun ese espejismo el tiempo enterraría
en la profunda sima de la infinita nada,
pues tiene tu destino la forma del olvido.