domingo, 29 de abril de 2012

Álora





Castillo y muertos: el pasado
pesa sobre nuestros huesos centenarios
como una losa: años,
romances, lanzas herrumbrosas, viejos
papiros y fotos color sepia,
tantas palabras perdidas y encontradas
en cualquier rincón de una memoria
con forma de empinada callejuela.

Cercada por la nueva luz que acecha,
cada piedra antigua tiene la dureza entrañable
de la carne que siente como el tiempo la arrastra.

Andamos por tus calles empedradas
y oímos el ceceo de tu gente
y aprendemos para siempre la lección
de saber mirar la vida con el suave
desdén de un señorito arruinado
y con la sabia calma que tienen los olivos.

1 comentario:

  1. Sentido poema a este entrañable pueblo dende hice buenos amigos y pasé ratos inenarrable. Pasear por sus calles y conversar con sus vecinos es todo un placer. Un abrazo Tomás.

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