Dichoso aquel que, en medio de la vorágine
consumista de unos Grandes Almacenes,
de los ruidos de las cajas registradoras, de las dependientas
clónicas, de la claustrofobia de sudor y aire acondicionado,
sabe mentalmente cogitar un alegato
contra el voraz consumismo, sin olvidar
unas pullas (imprescindibles, en estos casos)
contra el Neoliberalismo y la Globalización, con ideas
de la Escuela de Francfort y del Progresismo Tardío fin de siecle (y aportando/
unas gotas delicadas de ecologismo
pacifismo
oenegeísmo,
y al mismo tiempo compra una maquinilla de afeitar
(de cuyo nombre sí me acuerdo, pero callo
por respeto al fair play del mercado)
que no sirve para nada, hermosamente
inútil. Vida -se ha dicho-
es vida y literatura es literatura.
sábado, 22 de agosto de 2009
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