domingo, 23 de agosto de 2009

Tristeza marina

La caracola espera
que el árbol se distancie,
que la marea baje
y que la luna ajuste
la magia de su órbita
para empujar sus pasos
de babosa pereza.
Huida de la cueva
de la que nunca supo,
sin luz, sin aire apenas,
buscando las orillas
más allá de su concha,
la caracola avanza
tan lenta como un rayo.
Su sombra llora lluvias
de agua cansada y leve.
La pobre caracola.

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