sábado, 22 de agosto de 2009

María Callas

Tace la notte placida
(El Trovador)

Tanta belleza reclama la palabra cielo.
Sin embargo, es la carne quien sale de esta gruta
para trazar la armonía exacta de sus órbitas
y el éxtasis de ser y no ser el mundo.
Elevados a la altura del alma,
da un fino vértigo el mirarse
un poco ángel, traslúcida materia,
como puestos de perfil ante la muerte.
El canto agita una helada brisa
de delicados átomos errantes.
La voz (tace la nottte placida) nos llega
de un lugar remoto y ya sagrado.

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