domingo, 23 de agosto de 2009

Cansancio

Termino un poema y callo.
La lengua está cansada
de tanta tensión. Supura
por sus poros metáforas y ripios,
sudor de tanto concepto resobado.
La sintaxis retorcida le duele como reuma
y le molestan de forma jaquecosa
las subordinadas adverbiales.
Quiere decir sólo banales
asertos, si es posible,
de sencilla factura, como
“Me duele la cabeza” o
“A mi marido le gustan las lentejas”.
Palabras que sean dichas y se vayan,
sin más, por el desagüe,
usadas y tiradas como un clinex.
Y nada más. O, simplemente,
como quien hace una siesta interminable,
tenderse en el silencio
y olvidarse de todas las Retóricas.

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